Las lechugas son hortalizas de temporada originarias de India y cultivadas desde hace más de 2000 años. Los mayores productores a nivel mundial son China y Estados Unidos. Dependiendo de la variedad sus hojas varían en forma y color. Dos de las variedades más populares son la Romana e Iceberg. La lechuga Romana es grande y erecta, mientras que la lechuga Iceberg es redonda y de menor formato.
La lechuga crece bien en climas cálidos, siendo la temperatura ideal de crecimiento entre 15 y 20ºC. Altas temperaturas pueden provocar espigados precoces. La planta puede soportar heladas moderadas de corta duración y las lluvias frecuentes provocan ataques fúngicos.
Los suelos óptimos para el desarrollo del cultivo de lechuga son aquellos no salinos, bien drenados y neutros. Se suele cultivar en invernadero y en hidropónico, consiguiendo así producciones elevada por metro cuadrado y productos muy limpios. Condiciones ambientales uniformes a lo largo de todo el ciclo de producción permitirán obtener lechugas de muy alta calidad.
Los marcos de plantación varían en función de la variedad de lechuga. Cada variedad tiene unas dimensiones diferentes cuando madura. La densidad de plantación puede variar entre 10 y 40 plantas por metro cuadrado. El diseño de la plantación debe asegurar un espaciamiento que minimice el contacto entre plantas y permita un fácil acceso para realizar las labores de cultivo. En suelo, se suelen plantar al tresbolillo, mientras que en cultivos hidropónicos la plantación se ajusta al sistema de diseño.
El riego por goteo es el sistema más utilizado para el riego de las lechugas aunque existen otros sistemas cómo el riego por aspersión y gravedad. Este riego por goteo permite regar de forma continua a lo largo del cultivo, manteniendo el suelo a capacidad de campo durante todo el ciclo productivo. El sistema de riego debe estar diseñado de forma que todas las plantas de un mismo caballón reciban la misma cantidad de agua.
Para evitar que el cuello se pudra, los riegos se darán de manera frecuente y con poca cantidad de agua procurando que el suelo quede aparentemente seco en la parte superficial.